PEDIDOS DE ORACIÓN

Cargando

Fomentamos la oración por todos aquellos que sufren a causa de su fe, por los cristianos que están necesitados y por los misioneros del mundo entero.

PENSAMIENTOS PADRE WERENFRIED

“La Santa Iglesia no es una colección de monumentos culturales, sino Cristo vivo que quiere vivir en nuestro corazones, que quiere dar con nuestras manos y revelar su bondad en nuestra caridad”.
En la Sagrada Escritura hay una frase trágica: “Ha venido a su casa y los suyos no le han recibido. No había sitio para él porque los suyos no tenían caridad. Esa es la oscura raíz de las guerras y las destrucciones, de la injusticia y del desorden. Cristo no está más que donde está la caridad”.
“Fue entonces cuando entré en contacto con un Dominico cuya influencia fue determinante en mi vida, él me hizo descubrir el cristianismo como continuación de Cristo. Ser cristiano, entonces lo comprendí, es vivir como Cristo, pidiendo al Padre, dando y dándose con todo su ser”.
“Hay que pedir al hombre lo imposible, que rompa sus límites, que aumente sin cesar su capacidad de amar, que abra sus manos a quienes le piden pan, que escuche las quejas de los infelices, de los no amados”.
“El hombre es mucho mejor de lo que se cree. La mejor manera de atajar la violencia y el odio es recurrir a su bondad y generosidad. Son muchos los dispuestos a sacrificios auténticos si se recurre a ellos. No temamos pedir su ayuda. A menudo, no esperan más que esta invitación para despertarse al amor, para descubrir a Cristo”.
“Pongamos lo que somos y lo que tenemos al servicio de Dios, de la Iglesia y de los demás. Está a nuestro alcance… Oremos como si todo dependiese de Dios y actuemos como si todo dependiese de nosotros”.
“No temamos. Dios es más grande de lo que creemos. El hombre es mejor de lo que pensamos. Trabajemos en pro del reino de Dios y todo lo demás nos será dado por añadidura”.
“Ni un solo instante hemos dejado de atraer la atención hacia el hecho de que todos los pueblos forman un todo y de que somos solidarios y responsables unos de otros. Hemos subrayado la obligación que tiene la Iglesia de guiar al cielo a los refugiados en quienes ha muerto la esperanza, y lo mismo a los perseguidos: todos los hombres son hermanos nuestros porque Cristo murió por ellos como por nosotros”.
“La caridad no debe conocer medida ni fronteras; no tiene límites. No debe contentarse con procurar lo estrictamente necesario, sino que debe, siguiendo el ejemplo de nuestro Padre celestial, estar pronta a dar también el resto”.
“La predicación más elocuente si no va subrayada por la caridad está destinada al fracaso”.
“Hemos de recibir la gracia de Dios, hemos de rezar más y hacernos mejores, unirnos a los que por sus virtudes y por la vocación que han recibido de Dios pueden ayudarnos. Y, en la medida de nuestras débiles fuerzas, tenemos que ayudar a nuestros semejantes”.
“Estamos obligados a consolar y ayudar con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma a los que Cristo ha elegido llamándolos ¨los más pequeños de entre los suyos”.
“Nuestra preparación más segura para un porvenir mejor reside en nuestra resurrección con Cristo a una vida de bondad, de generosidad, de compasión, de entrega, de caridad concreta, en unidad con todos los hombres de buena voluntad”.
“Lo que damos con amor pertenece, de todos modos, a Dios. Y si nosotros mismos pertenecemos al Señor, seremos tal vez capaces de vencer al maligno. Porque el amor es más fuerte que la muerte”.
“El amor al prójimo no está tejido con palabras bellas. El amor exige ofrendas, actos y sacrificios. Exige, ante todo, la entrega personal. Y exige además que tomemos claramente partido a favor de los hambrientos, los perseguidos, los pobres, los enfermos, los prisioneros. Son ésos los que Cristo nos describió en el juicio final y en ellos Cristo reviste nuestra apariencia”.
“No esperemos a que el Señor aparezca en un nimbo luminoso haciendo milagros. Él, que desde toda la eternidad es misericordioso, nos ha elegido, en su gran bondad, para que seamos en este mundo los artesanos de su caridad”.