Nuestra Señora de la Merced es conocida como la Madre de la Misericordia y la Libertad. Desde hace siglos intercede por los cautivos, por los perseguidos y por quienes sufren toda clase de cadenas.
Hoy también intercede por nosotros, para que seamos liberados de aquello que oprime el corazón: pecado, rencor, dependencias, tristeza, desesperanza y angustias humanas.
✨ “La verdadera libertad es estar libres del pecado” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1731).
Al ofrecer una Santa Misa por intercesión de Nuestra Señora de la Merced, no solo presentas tu intención al Señor, sino que también apoyas a sacerdotes misioneros que visitan cárceles, celebran la Eucaristía en condiciones difíciles y llevan la luz del Evangelio a quienes están privados de libertad.
El Magisterio de la Iglesia nos enseña que Cristo vino a liberar al hombre de las cadenas del pecado.
✨ “Cristo nos liberó para que seamos libres” (Ga 5,1).
✨ “El hombre sólo es verdaderamente libre cuando vive en la gracia de Dios” (San Juan Pablo II, Homilía 1987).
Nuestra oración, unida al sacrificio de la Misa, es el camino para alcanzar esa libertad. La Virgen María, como Madre de la Merced, nos recuerda que nadie está tan perdido que no pueda ser rescatado por el amor de Dios.
San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, entregó su vida para rescatar cautivos. Su ejemplo nos enseña que la fe es servicio y misericordia.
✨ “María es Madre de libertad porque nos lleva siempre a Cristo, que rompe nuestras cadenas” (San Pedro Nolasco).
Al unirte en esta devoción, tú también puedes ser instrumento de liberación: primero en tu propia vida, y luego en la vida de los demás a través de la solidaridad.
Sacerdote de la Diocesis de Nampula, Mozambique ofreciendo la Santa Misa por las intenciones de los benefactores
Virgen de la Merced,
Madre de la libertad y refugio de los cautivos,
míranos con compasión en nuestras luchas y cadenas interiores.
Libéranos del pecado, de la tristeza, de la desesperanza y de todo lo que nos aparta de tu Hijo.
Intercede para que en nuestro corazón reine la paz, la gracia y la alegría del Evangelio.
Te ofrecemos nuestras intenciones en la Santa Misa,
confiando en que tu intercesión nos conducirá a la verdadera libertad en Cristo.
Amén.