Guerra y tensión constante en Járkov
En Járkov, diócesis situada en la zona de guerra de Ucrania, la Iglesia se dedica a curar a soldados y civiles traumatizados. La ayuda de ACN es como la mano de Dios, asegura el obispo.
La vida en la diócesis de Járkov, en Ucrania oriental, transcurre con el ruido constante de la guerra como telón de fondo.
“Los drones y misiles que nos sobrevuelan constantemente los oímos todos los días. Los peores son los drones de fibra óptica, que tienen un alcance de 50 kilómetros y disparan a todo lo que se mueve y está con vida. Vivimos en tensión”, nos informa Mons. Pavlo Honcharuk, obispo católico latino de Járkov.
El zumbido de los drones es tan constante que el miedo se acrecienta cuando ya no se oyen.
“El mayor peligro para nosotros es el silencio. Cuando hay silencio, no sabemos qué va a pasar”, explica el obispo a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) durante su visita a la sede internacional de la fundación pontificia en Königstein, Alemania.
La guerra que siguió a la invasión a gran escala de Ucrania en 2022 ha tenido un profundo efecto en la vida de todos los habitantes del país, pero quienes viven cerca de la línea del frente saben que cada día podría ser el último.
“Sabemos que tenemos que hacer todo lo posible para sobrevivir. Para vivir, no para morir. Estamos embargados de dolor, pero sabemos que tenemos que seguir viviendo. Y así es nuestra vida: vivimos al día. A veces, cuando nos encontramos, nos preguntamos: ‘¿Cómo estás?’, y la respuesta es, sin más: ‘Sigo vivo’. Y esto hace bien”.
Trauma: soldados, familias y civiles heridos por la guerra
Ante tal realidad, no es de extrañar que haya muchísimos soldados y civiles traumatizados. Desde muy pronto, la Iglesia tomó conciencia de que había que ponerle remedio.
“ACN nos ha apoyado con cursos sobre cómo aprender a vivir con un trauma y cómo intentar curar las heridas. Esta es una parte muy especial de mi ministerio. Tenemos capellanes militares que trabajan con soldados y que comprueban que, cuando estos regresan con sus familias, están completamente cambiados, lo cual también afecta al resto de la familia.”
El trauma afecta también a quienes perdieron sus hogares o pertenencias, así como a los prisioneros de guerra que regresan con heridas profundas.
“También las personas que han perdido sus hogares o sus pertenencias sufren un tipo de trauma, mientras que los prisioneros de guerra que regresan sufren otro tipo de trauma y dolor. Es muy complejo. Por eso es muy importante escuchar a las personas e intentar ayudar a cada una de manera diferente.”
El obispo también señala el acompañamiento que requiere el propio personal pastoral.
“Incluso yo, como obispo, y los demás sacerdotes y religiosas, recibimos formación psicológica permanente. Esto es muy importante porque así podemos ayudar a la gente a evitar problemas psicológicos, tensiones y problemas en el seno de las familias, la violencia e incluso suicidios, que también son un gran problema”.
La ayuda de ACN: energía, transporte y sustento para los misioneros
ACN ya venía apoyando a la Iglesia católica ucraniana antes del comienzo de la guerra e incrementó su ayuda tras la invasión de 2022. Una de las ayudas más vitales es la entrega de generadores, ya que las fuerzas militares rusas suelen atacar las redes eléctricas, sobre todo en invierno.
“Sin generadores no tenemos calefacción, ¡no podemos vivir sin esa ayuda!”, explica el obispo.
Además, ACN proporciona ayuda al sustento a sacerdotes y religiosas que sirven incluso en parroquias pequeñas, y ha comprado vehículos para que los agentes pastorales puedan llegar a sus comunidades.
“Sabemos que podemos contar con ACN y eso es realmente muy importante para nosotros. Cuando necesitamos ayuda, llamamos y ACN responde inmediatamente. Quiero dar las gracias a todos los benefactores por sus oraciones, por su solidaridad y por su apoyo económico. ACN es una mano de Dios que nos ayuda a superar nuestro día a día. ¡Gracias! Estáis con nosotros y, a través de vosotros, Dios nos ayuda”.