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Edición No.1 Enero-Febrero de 2022

»Dios es Padre y es pastor«

“Dios es Padre y es pastor, y ¿qué pastor daría por perdida una sola oveja, pensando que mientras tanto le quedan muchas? No, este dios cínico y despiadado no existe”.

Homilía del 31 de diciembre de 2020

“Queremos imitar a Jesús, elBuen Pastor, que conoce, busca, guía, cura, alimenta y protege a cada una de sus ovejas”.

El nuevo año 2022 es para Ayuda a la Iglesia que Sufre también el año en el que nuestra fundación pontificia, cuyo origen se remonta a 1947, celebra su 75o “cumpleaños”. Lo que en un principio fue una “campaña de socorro puntual para los sacerdotes y fieles expulsados de Europa del Este” se ha convertido en una obra pastoral internacional que hoy proporciona apoyo y asistencia espiritual y material a la Iglesia perseguida y necesitada en todo el mundo. Este aniversario nos brinda a todos la oportunidad de dar gracias a Dios por millones de milagros de caridad y de rogarle que reavive en nosotros ese “amor primero” (Ap 2,4) que movió en la posguerra a tantas personas a obrar en aras de la reconciliación y a realizar grandes sacrificios.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba corrompido, perdido y con- fundido. Hoy el mundo vuelve a recorrer caminos equivocados y fatales, y en estos tiempos de confusión, necesitamos especialmente la guía del Buen Pastor, que puede liberarnos de las garras del mal y que incluso está dispuesto a sacrificar su vida en ello.

Ayuda a la Iglesia que Sufre también toma como modelo este amor: queremos imitar a Jesús, el Buen Pastor, que conoce, busca, guía, cura, alimenta y protege a cada una de sus ovejas. Este empeño pastoral es la característica central de Ayuda a la Iglesia que Sufre. Dios se preocupa personalmente por cada uno de no sotros y no está dispuesto a aceptar ninguna pérdida, ni siquiera la de una sola de las ovejas que le pertenecen y por la que ha pagado con el precio de su sangre. Y también todas nuestras obras deben orientarse por este baremo divino.

Ayuda a la Iglesia que Sufre participa de la misión pastoral universal de la Iglesia, que se manifiesta de tres maneras: anuncio de la Palabra de Dios y testimonio de fe (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos y oración (leiturgia), servicio de la caridad y unidad (diakonia- koinonia). Sobre esta triple misión de la Iglesia, el Papa emérito Benedicto XVI escribió en la encíclica Deus caritas est: “Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia”.

En efecto, solo cuando aprendamos a escuchar la voz del Buen Pastor en el Evangelio, cuando le permitamos llevarnos a los Sacramentos y conozcamos su corazón a través de la oración, podremos dar testimonio de su Reino y sanar verdaderamente al mundo. Solo el amor del Buen Pastor puede protegernos contra los “lobos y ladrones” que quieren dispersar a las ovejas y robarles la vida. Todos debemos convertirnos en buenos pastores y hacer nuestra esta importantísima y mayúscula tarea: “que todos los hombres se salven” (1 Tim 2,4).

Un Feliz Año Nuevo les desea, agradecido

Llamados a las periferias:

la Iglesia en las serranías

Una casa para los sacerdotes
Una y otra vez, el Papa Francisco insta a la Iglesia a “ir a las periferias de la sociedad”. En muchos lugares remotos del mundo, solo la Iglesia está al lado de la gente.

Los Padres de la Santa Cruz de Mawpat, en el noreste de la India, se toman la invitación del Papa al pie de la letra. Allí, en palabras del P. Suresh Kagoola, la Iglesia es un “rayo de esperanza” para el pueblo. La mayoría de los fieles pertenecen al pueblo khasi y viven en la remota serranía atravesada por vastos valles y bosques. En el pasado, los khasis creían en los espíritus y adoraban a los antepasados, e incluso, hasta un pasado reciente, ofrecían sacrificios humanos al espíritu de la serpiente. 

Hace poco más de un siglo llegaron los primeros misioneros católicos a esta zona y, desde entonces, muchos de sus habitantes se han entusiasmado con la Buena Nueva de Cristo. Para estas personas, vivir realmente su fe y profundizar en ella es importante. Además, la parroquia ha abierto escuelas, apoya a los desfavorecidos en sus necesidades concretas y los ayuda a alcanzar unas condiciones de vida más dignas. 

La parroquia de la Santa Cruz se fundó hace cinco años y hoy cuenta con 614 familias católicas que anhelan ser acompañadas en su camino de fe. Sin embargo, los dos sacerdotes que las atienden viven

en una pequeña choza de hojalata por cuyo techo penetra la lluvia y que rápidamente se calienta. En ella ni siquiera hay espacio suficiente para los archivos de la parroquia. 

El P. Kagoo nos pide ayuda: “Los Padres de la Santa Cruz estamos llamados a compartir la suerte de los desesperados y a ser un signo de esperanza para ellos. Para que la parroquia funcione eficazmente es necesario un mínimo de equipamiento. Nuestra esperanza es que muchas gotas juntas formen un océano y que estos esfuerzos conjuntos traigan muchas bendiciones a la gente de esta remota zona”. A nosotros nos gustaría contribuir con 85.349.000 pesos a la construcción de una casa parroquial un poco más grande que también albergue espacio para el trabajo de oficina, para el dialogo con los fieles y para los invitados de la parroquia. ¿Alguien quiere contribuir con una “gota”? 

En las “periferias de la sociedad” también se encuentra la parroquia de Sexan, en el noreste de Guatemala, que es muy activa pese a haber sido fundada hace tan solo un año, y que también se encuentra en una remota región montañosa. Ninguna

Guatemala: el sacerdote aún vive lejos de la iglesia parroquial
En las periferias de la sociedad, junto al pueblo de Guatemala: la iglesia

de las 21 aldeas de la parroquia dispone de electricidad ni teléfono, y los caminos están en un estado deplorable. Los fieles pertenecen a la etnia kekchí, una tribu maya. También allí, el sacerdote dispone de una morada pobre y provisional que, además, se encuentra a hora y media de la sede parroquial, lo que es demasiado lejos para atender a los fieles como se merecen. Las familias han reunido dinero para construir una nueva casa cerca de la iglesia parroquial, pero son pobres y, a pesar de su voluntad de sacrificio, no es suficiente. Nosotros contribuimos con 49.787.000 pesos para que el sacerdote pueda estar cerca de ellos.

Botes salvavidas

para las almas

De camino por agua

En el Evangelio, Jesús sube repetidamente a barcas e incluso se dirige desde una a la multitud.

En algunos lugares del mundo, las embarcaciones siguen siendo indispensables para la atención pastoral hasta el día de hoy.

Cuando el párroco P. Joseph Opuwei quiere visitar a los fieles de su parroquia, se pone su chaleco salvavidas naranja, se sube a su vieja canoa de madera y se pone a remar. Como su zona se encuentra en el delta del Níger y está atravesada por numerosos brazos del río, a muchos lugares solo se puede acceder por agua.

Esta zona del sur de Nigeria también es atípica desde el punto de vista religioso, pues el Islam apenas está presente. La mayoría de la población pertenece a religiones tradicionales africanas, pero cada vez más personas se abren a la Buena Nueva, que les libera del miedo constan- te a la brujería y a los espíritus malignos.

Sin embargo, en esta región paupérrima los retos son inmensos: hay escasez de agua potable, atención médica y electricidad, y la población no se beneficia de los ingresos de la extracción de petróleo.

Por el contrario, la extrema contaminación ambiental ha aumentado considerablemente la mortalidad infantil. Estas personas depositan su esperanza en la Iglesia.

Por desgracia, las sectas suelen ser más rápidas. Tienen mucho dinero y medios de transporte eficaces, por lo que se propagan rápidamente. Pero el párroco Opuwei no puede permitirse una lancha motora rápida, y por eso se ha dirigido a nosotros: “Les imploro que me ayuden a comprar una lancha a motor para que mi labor misionera sea más eficaz. Los feligreses de mi parroquia son pequeños campesinos y pescadores pobres que ni siquiera pueden satisfacer sus propias necesidades”.

A esta petición se une el párroco Celtus Okonkwo, que también necesita urgentemente una embarcación. ¿Quién quiere ayudarnos a reunir 63.567.000 pesos

para que ambos sacerdotes dispongan de sendas lanchas motoras y para que los fieles no tengan que esperar tanto tiempo a que los visiten?

También, en la isla Malaita, en el Mar del Sur, necesitan urgentemente una lancha motora. La isla forma parte de las Islas Salomón, un archipiélago del Pacífico Sur ubicado a unos 720 kilómetros al este de Nueva Guinea y a 2.000 kilómetros al noreste de Australia. El párroco, P. Ian Sisioro, tiene un problema porque a su parroquia solo se puede acceder por mar, y su viejo barco ya no es apto para navegar: tiene fugas en varios lugares y el motor está averiado. Pero sin barco, los fieles esperan en vano los sacramentos. Por ello, no sotros le hemos prometido al P. Sisioro 38.229.000 pesos para un nuevo “bote salvavidas para las almas”, para que pueda anunciar el Evangelio en su parroquia “a toda máquina”.

Con confianza en Dios y chaleco salvavidas, de camino a los creyentes

75º aniversario de ACN Porque no solo de pan vive el hombre…

Nuestra Fundación: Ayer y hoy

Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba en ruinas. Había que lamen- tar millones de muertos y desplazados e innumerables ciudades devasta- das y almas destruidas. En aquella situación surgió nuestra obra. Desde el principio, la prioridad no residió en aliviar las necesidades materiales, sino en curar las almas.lado de la gente.

Del odio y la desesperación no pueden salir buenos frutos. Así, para nuestro fundador, el Padre Werenfried van Straaten (1913 – 2003), siempre fue importante fortalecer la fe, promover la reconciliación y restaurar el amor.

En ello desempeñaron un papel importante los llamados “sacerdotes de la mochila”, que se encargaron de atender a los católicos alemanes expulsados del Este y dispersos por enormes territorios de diáspora. Algunos de ellos -ya debilitados por la huida- murieron por ago- tamiento tras las largas marchas. Para impedirlo, nuestra organización de ayuda proporcionó a los sacerdotes motocicletas, y estos también recibieron suministros de ayuda como ropa, alimentos y medicinas, para que el amor de Dios que predicaban a los necesitados también se volviera tangible. Así, para una de las niñas refugiadas, la muñeca y la barra de chocolate que recibió fueron signos tan fuertes del amor de Dios que más tarde se fue a la India como religiosa y se convirtió en una nueva madre para innumerables huérfanos.

También hoy hay sacerdotes que recorren a pie inmensos territorios para llevar los sacramentos y el consuelo de Dios a los fieles. Este es el caso, por ejemplo,

de la Diócesis de Ihosy, en Madagascar, ubicada en una zona montañosa y muy remota. Allí, el P. Germain Rahasason tiene a su cargo dieciséis comunidades de creyentes, y para ir de un pueblo de montaña al siguiente, tiene que caminar durante ocho horas. Los demás sacerdotes se encuentran en una situación similar. Por nuestro 75o “cumpleaños” nos gustaría comprarle a cada uno de estos diez “sacerdotes de la mochila” modernos una motocicleta, para ello necesitamos 150.472.000 pesos. ¿Quién desea contribuir a este regalo de aniversario?

Hay muchas organizaciones de ayuda que se esfuerzan por aliviar las necesida- des materiales, y su labor es buena e importante. Pero también hay una profunda necesidad espiritual y religiosa que a menudo se pasa por alto aunque luego acarree muchos otros problemas.

La Palabra de Dios, la oración y los Sacramentos son alimento no solo en este mundo, sino para la vida eterna. Llevar este “alimento” a los creyentes de todo el mundo -también y especialmente allí donde la Iglesia es perseguida o sufre necesidad- ha sido nuestra razón de ser durante 75 años. Porque “no solo de pan vive el hombre” (Mt 4,4).

Refugiados tras la Segunda Guerra Mundial
Refugiados en la República Centroafricana
Una barra de chocolate o una galleta: para los niños refugiados, una prueba del amor de Dios.
Un sacerdote de la mochila moderno en Madagascar: con la motocicleta llega antes a su meta.
1952: un sacerdote de la mochila se apresta a visitar a su disperso rebaño.
informe de actividades
Líbano: ¡Feliz con su muñeca y con la Hna. Antoinette!

“¡Gracias por no dejarnos solos en las vastas extensiones de Siberia!”

Gasolina para la misión

Con una superficie de diez millones de kilómetros cuadrados, la Diócesis de San José, con sede en Irkutsk, es más grande que Estados Unidos. Limita con China, el Océano Pacífico y Alaska, y abarca siete husos horarios. Unos 52.000 católicos viven dispersos por este vasto territorio.

Las condiciones climáticas son extremas: no son raras las temperaturas de 50 grados bajo cero, y en algunos lugares hace aún más frío: así, la ciudad de Yakutsk está considerada la ciudad más fría del mundo, con temperaturas polares de hasta 70 grados bajo cero. El invierno allí dura casi nueve meses, durante los cuales apenas hay luz, incluso durante el día. En este territorio viven tribus indígenas. Algunos todavía practican el chamanismo, pero hoy la mayoría son cristianos. Los Padres Salesianos están presentes en Yakutsk y en la ciudad de Aldán, a 500 kilómetros de distancia. En los alrededores de Aldán, los Padres visitan cada semana varias aldeas donde viven católicos del pueblo yakutio, pero a otros lugares ubicados a muchos cientos de kilómetros de distancia solo acuden una vez al año.

El P. Włodzimierz Siek también está siempre de viaje. Este polaco de 52 años lleva ya 26 años trabajan- do en el territorio de la antigua Unión Soviética; 22 de ellos en Siberia Oriental y el Extremo Oriente de Rusia. “Como Vicario General de Irkutsk visito las parroquias y para ello tengo que recorrer cientos y a veces más de mil kilómetros. En los alrededores de la ciudad, las carreteras son relativamente buenas, pero cuando vas a los pueblos, a las montañas o a la taiga, es importante que el coche sea resistente”, nos informa.

Muy lejos en la estepa: el P. José celebra la Santa Misa.

Esta vida no es fácil, pero la gratitud de los fieles y el apoyo de los benefactores le infunden fuerzas a él y a los demás sacerdotes. “Realmente te anima pensar que no estás solo en la inmensidad de Siberia: el frío implacable del exterior y las altas capas de nieve ya no resultan tan terribles”, nos confiesa el P. Włodzimierz. “Entonces percibimos que nuestros benefactores están directamente implicados en nuestro apostolado y que son una parte importante del mismo”.

Nosotros hemos prometido 111.132.000 pesos para los viajes pastorales de los 43 sacerdotes de la Diócesis de San José. Aunque el combustible sea caro, los fieles esperan ansionamente a los sacerdotes. El P. Włodzimierz da las gracias a todos los benefactores en nombre de sus Hermanos y promete: “Nosotros y nuestros fieles rezamos por ustedes cuando llegamos a nuestro destino a pesar de las distancias del páramo siberiano, que está cubierto de nieve y hielo en invierno y se convierte en una pista de barro en primavera y otoño. ¡Que Dios les pague!”.

Mis buenos deseos para el incipiente año 2022 incluyen tanto mi sincera gratitud por su constante generosidad y lealtad, como la confianza en que será posible superar la pandemia y aprender a vivir con esta enfermedad. Veamos en ella la oportunidad para practicar la caridad, sobre todo en la responsabilidad de los unos por los otros. En ello no estamos

solos, sino “fiel y calladamente rodeados de fuerzas benignas” (D. Bonhoeffer). Desde hace 75 años, Ayuda a la Iglesia que Sufre se esfuerza por cumplir nuestra misión común de apoyar a la Iglesia per- seguida y necesitada de la mejor manera posible. Aunque se ha logrado mucho en las pasadas décadas, nos enfrentamos a tareas cada vez mayores. La persecución de los cristianos, aceptada por la opinión pública en gran parte del mundo con un encogimiento de hombros, y las restricciones a la libertad religiosa que se abren paso en muchas democracias liberales en forma de una discriminación

indiscutida de la libertad de conciencia deberían despertarnos, pero no desanimarnos.

¡Cada uno de nosotros tiene la oportuni- dad de reaccionar contra esta situación! Aprovechemos con valentía esta oportunidad para que el nuevo año también sea un año bendito.

Eso es lo que les deseo de todo corazón.

Necesidad, amor y gratitud:

las cartas de nuestros benefactores

Sobre todo, ayuda espiritual

Me he propuesto donar más a menudo porque veo que su Fundación no solo ayuda en lo material, sino, sobre todo, en lo espiritual. He recibido su correo so- bre la Iglesia en África y espero que esta pequeña cantidad sirva de algo. Resulta aleccionador leer sobre toda esa violen- cia y que, a pesar de toda la desespera- ción y la tragedia, la gente siga teniendo esperanza y fe.

Una benefactora australiana

Así de sencillo

He encontrado una forma sencilla de ayu- dar a la Iglesia necesitada: nuestro grupo de oración reúne latas vacías. A final de mes vendemos entre 10 y 13 kilos de latas y enviamos la cantidad que obtenemos por transferencia bancaria a Ayuda a la Iglesia que Sufre. Así de sencillo.

Una benefactora australiana

Mi “migaja de pan”

La Fundación es muy necesaria para los que no tienen voz y necesitan almas com-

prometidas que se dediquen de corazón a apoyarla y a aliviar sus necesidades. La “migaja de pan” que puedo aportar es tan poco para tanta gente que espera ser ayudada…. Quiera Dios recompensarlos y también a todos los que están al servicio de la Iglesia.

Una benefactora portuguesa

Un mayor amor al prójimo

Nos gustaría darles las gracias por sus campañas en favor de los necesitados de Siria. De este modo hacen posible que manifestemos un mayor amor hacia el prójimo y por consiguiente, también ha- cia Dios. Quiera el Señor ayudar a poner fin al sufrimiento de estos hermanos y hermanas. Desde aquí los animo a prose- guir con su benéfica labor por la Iglesia.

Una benefactora eslovaca

Mi granito de arena

Gracias por toda la ayuda que prestan. Estoy agradecida de poder contribuir con mi oración y con pequeños donativos.

Una benefactora alemana

Recargar las pilas espirituales

Gracias a tu apoyo, los 24 sacerdotes y el Obispo de la Diócesis de Wewak, Papúa Nueva Guinea, han podido participar en un retiro de seis días y “recargar las pi- las espirituales” a través de la oración común, el intercambio fraternal y las po- nencias: así nos lo escribe, agradecido, Mons. Józef Roszyński. Allí, el ministerio sacerdotal es duro, pues las parroquias abarcan enormes territorios y, a menu- do, incluso varias islas; esto implica horas y horas de arduos viajes por tierra y por mar para atender a los fieles. La pobreza es grande y los sacerdotes afrontan in- mensos problemas sociales y pastorales. Gracias a tu ayuda, pueden proseguir con su labor con fuerzas renovadas.

Al servicio de los cristianos que sufren

Ayuda a la Iglesia que Sufre, desde 1947 sirve a la Iglesia católica en su labor evangelizadora en todo el mundo, prioritariamente en las comunidades más necesitadas, discriminadas o perseguidas.

En Colombia, así como en otros 22 países, esta Fundación Pon- tificia lleva a cabo campañas de sensibilización, oración y caridad. Informa de manera fidedigna y veraz acerca de la realidad de la Iglesia que sufre y es perseguida. Publica cada dos años su Informe de Libertad Religiosa en el Mundo.

Construcción de Iglesias

Sostenimiento de sacerdotes

Medios de transporte

Formación de misioneros

Material catequético

Sostenimiento de religiosos/as

Medios de comunicación

Ayuda de emergencia

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