Ayuda a la Iglesia que Sufre lleva 75 años financiando vehículos para la pastoral
‘Vehículos para Dios’: ese era el lema de la campaña de recaudación de fondos lanzada hace tres cuartos de siglo por la fundación ACN, para financiar motocicletas y automóviles destinados a la pastoral en zonas aisladas o remotas. En esta entrevista, la presidenta ejecutiva de ACN, Regina Lynch, habla de los orígenes y desarrollo de este tipo de ayuda, que la fundación sigue prestando hasta hoy.
¿Qué impulsó a lanzar la campaña ‘Vehículos para Dios’?
Los orígenes de la campaña se remontan a la posguerra de la Segunda Guerra Mundial en Alemania, un país que había quedado en ruinas; todas las infraestructuras estaban dañadas, incluidas las de la Iglesia. Muchos católicos desplazados vivían entonces en zonas de diáspora. Los llamados ‘sacerdotes de la mochila’ intentaban mantener el contacto con sus fieles y, para ello, recorrían distancias increíblemente grandes. Sabemos de sacerdotes que se desplazaban durante días a pie o en bicicleta y que acababan agotados. El padre Werenfried van Straaten, al detectar su difícil situación, se preguntó: ¿Qué podemos hacer ahora para ayudar a esta gente?
¿Y qué pasó entonces?
Primero se organizó una colecta para comprarles motos a estos sacerdotes y, más adelante, automóviles, los llamados ‘escarabajos’ Volkswagen. Además, se consiguieron numerosos automóviles usados. Después, surgió la idea de convertir autobuses o camiones fuera de servicio en capillas sobre ruedas.
¿Cómo eran esos vehículos con capilla?
Eran pequeños camiones en cuyo centro había un altar que se podía desdoblar hacia fuera. Los sacerdotes podían celebrar allí la Santa Misa cuando visitaban a los fieles en zonas donde no había ninguna iglesia católica. Estos camiones-capilla se utilizaban, además, para transportar donaciones de ropa y alimentos. Eran extraordinarios y con ellos se hicieron grandes cosas: gracias a ellos, los desplazados en la diáspora ya no se sentían olvidados por el mundo.
Al poco tiempo, ACN empezó a ayudar a los cristianos que estaban detrás de la ‘cortina de hierro’ y, finalmente, a los de todo el mundo. ¿Cuáles fueron los retos allí?
No todos esos países estaban tan destruidos como quedó Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, pero también allí los agentes pastorales a menudo tenían (y tienen, actualmente) que recorrer enormes distancias y por carreteras en malísimo estado. En esos lugares, la fundación ha financiado motocicletas, automóviles e incluso barcos. Así, en lugar de caminar, los sacerdotes y las religiosas pueden conducir hasta esas zonas y visitar a sus feligreses.
¿Concretamente, cómo funciona eso hoy?
Por ejemplo, en África o Iberoamérica hay sacerdotes que se ocupan de 50 o incluso 100 poblaciones. Evidentemente, no pueden visitarlos todos los días, pero con un auto, una furgoneta o una moto pueden visitar a las comunidades de creyentes varias veces al año para celebrar la Santa Misa, bautizar o escuchar confesiones. Entre una y otra visita, los catequistas preparan a la gente para los sacramentos y organizan las actividades de la parroquia.
¿Cómo aborda ACN las distintas realidades regionales? Después de todo, un automóvil no siempre es la opción más eficiente en todos los lugares.
A menudo, las carreteras están tan mal que los automóviles no pueden circular; ahí son importantes las motocicletas. También hay comunidades que viven en la orilla de ríos, por ejemplo en el Amazonas, y allí el sacerdote visita a sus fieles en barco. En los Andes, donde los caminos son muy escarpados, en el pasado hemos financiado mulas o burros para religiosas. La Iglesia local se adapta a las circunstancias y ACN se adapta a las necesidades locales.
La asistencia pastoral en zonas de guerra y catástrofes es especialmente importante. ¿En estos casos, ACN recibe peticiones especiales?
Un ejemplo actual es la guerra en Ucrania, desde donde muy pronto empezamos a recibir peticiones de vehículos para que el personal de la Iglesia pudiera transportar suministros de ayuda, poner a salvo a personas o visitar a feligreses dispersos por el conflicto. En el caso de Ucrania, los minibuses son más útiles que los automóviles. Otro ejemplo es el norte de Nigeria; aunque muchos sacerdotes son secuestrados allí, siguen visitando a sus fieles. Los hay que viajan en moto, pero como ahora eso es demasiado arriesgado, los obispos nos preguntan si podemos financiar automóviles.
¿En torno a qué cifras nos movemos respecto a la ayuda de ACN para proyectos de locomoción y transporte?
Aún no disponemos de todas las cifras de 2023, pero calculo que son similares a las del año anterior. En 2022 financiamos 1.250 vehículos para la pastoral, entre ellos más de 560 automóviles, 250 motos, 16 barcos y también muchas bicicletas. En la India, por ejemplo, proporcionamos más de 400 bicicletas a catequistas que tienen que recorrer distancias muy largas. Cada año destinamos alrededor de 12 millones de euros de ayuda al transporte.